Aceña Árabe
En el arco exterior del meandro que el río Genil describe en los límites más cercanos a las viviendas de Jauja, se sitúa una especie de muralla, de aproximadamente, un metro de alta y treinta o cuarenta metros de larga; su finalidad era evitar que el río se desbordara hacia el pueblo y también dirigir el cauce del mismo hacia un lugar determinado, que no es otro que una vieja construcción conocida como aceña, restos de lo que un día fue molino de harina, el cual aprovechaba la energía del agua como fuerza motriz para la molienda del trigo y la elaboración de la harina.
Etimológicamente, aceña es una palabra que proviene del árabe “al saniya” y que significa molino harinero situado dentro del cauce de un río. Restos arqueológicos allí conservados coinciden en la acepción de esta palabra y en la función antes descrita.
Esta aceña árabe subsiste casi como la puediron trazar los árabes. Los edificios de los molinos, de gruesos muros de piedra con aparejo de sillería y mampostería y aperturas formadas por arcos de medio punto, han sufrido con gran virulencia las crecidas del río, llegando en algunas ocasiones al ser tapados por los tres o cuatro metros que el agua alcanzaba sobre el nivel normal de aquel lugar. De ahí que estos molinos hayan sido reconstruidos con posterioridad a la época, sobre todo en el siglo XVIII, momento en que los investigadores dicen que tenían un uso muy regular.
Este complejo arquitectónico, íntimamente relacionado con el agua, fue probablemente el impulsor del núcleo urbano de Jauja en la Edad Media. Situada en la margen derecha del río Genil, la Aceña Árabe de Jauja fue un edificio destinado a la molienda de cereal.
Hoy en día, la aceña árabe forma parte del complejo turístico de Jauja, junto al paseo fluvial del Río Genil, la zona de barbacoas, la piscina o el chiringuito.