Definición y características del fenómeno del bandolerismo
Muchas han sido las definiciones que se han dado sobre la palabra bandolero. De Roma viene la voz bandido, derivada de la palabra latina bannitus (desterrado), que se aplicaba a los que, forzosa o voluntariamente, se apartaban de la sociedad civil para hacer la vida en los montes y despoblados, convirtiéndose en lo que hoy llamaríamos bandoleros, por que se dedicaban claramente al robo, en lucha continua contra la autoridad y las leyes. Otro término es el de grassatores o ambulantes, ladrones que solían guarecerse en los montes, bosques y selvas y se dedicaban a saquear a mano armada a los viandantes que pasaran por los arrabales de las ciudades. Y por último, aún había otra clase de malvados más temibles: llamáronse sicarios, de sicca, puñal de hoja ancha y muy afilada con que asesinaban a sus víctimas antes de despojarlas.
Si desnudamos el fenómeno del bandolerismo de todo ropaje verbal, sin buscar sus causas ni consecuencias, sin enjuiciarlo apriorísticamente, sólo nos quedan unos hombres que asaltan, roban, matan, extorsionan…casi siempre en el campo. Sin embargo, para los escritores románticos, el bandolerismo poco tiene que ver con la situación que oprime a los trabajadores. Es una reacción de carácter individual en la que puede que no falten razones de justicia o/y venganza. Los viajeros románticos se centran en Andalucía porque aquí se crean mejor que en otras regiones las imágenes de ficción de este movimiento, desde los desfiladeros hasta las enmarañadas cañadas, desde el cortijo hasta los caminos llenos de cruces.
Algunos escritores nacionalistas y etnicistas ven a los bandoleros como elementos resistentes del sentimiento nacional frente al yugo extranjero y otros creen, en el caso concreto del bandolerismo andaluz, que su origen hay que buscarlo en la identidad de este pueblo; sería una manifestación genuina del ser andaluz, en una sociedad atrasada, refractaria a la modernización.
Para los regeneracionistas de finales del siglo XIX, el bandolerismo era la respuesta al latifundismo de una sociedad atrasada. Los bandoleros van evolucionando de héroes a simples delincuentes. Entre estos pensadores destacan Zugasti, García Casero, Bernardo de Quirós y Ardila. Para muchos extranjeros hispanistas, el bandolerismo es un fenómeno característico de un país atrasado, que se da en Andalucía más extensamente que en otras regiones porque Andalucía es una región atrasada.
Para algunos escritores del postfranquismo, el bandolerismo es una forma de delincuencia como cualquiera otra, que tuvo especial virulencia en el siglo XIX, e incluso llegan a compararla con otros movimientos más recientes como el de los maquis. Investigadores como Pitt Rivers escriben: “los bandoleros han tomado distintos colores políticos según las épocas. Los del periodo de postguerra fueron originariamente oficiales de las fuerzas republicanas… Se les llamaba rojos de la sierra”. Según el profesor Nadal el término bandolero es utilizado en los informes de la Guardia Civilcomo una proyección de la criminalidad común de comienzos del siglo XX. Este profesor, junto con otros muchos, rechaza rotundamente la calificación de bandoleros a los integrantes del maquis antifranquista de1936 a 1950.
La mayoría de los bandoleros pertenecían a familias de un perfil económico muy bajo. Sin embargo en las últimas décadas del siglo XIX, su relación es, más bien, con la prosperidad; aunque es difícil generalizar, ya no pertenecen los bandoleros a las clases paupérrimas. Por ejemplo, en la partida de “Los Merinos” había socios de la compañía minera; Joaquín Camargo “El Vivillo” heredó de sus padres algunas tierras, fue picador de toros y contrabandista y tuvo un hermano que fue corsario; la familia de Francisco Flores Arocha era conocido en su pueblo por el apodo colectivo de los “periquitos marqueses” y sus convecinos daban por hecho que era la que tenía más dinero en el pueblo; “Pasos Largos” era un campesino y cazador furtivo en El Burgo y de su familia dice Bernardo de Quirós que vivía en relativo bienestar, cultivando unas tierrecillas.
Localización espacial y temporal del bandolerismo andaluz
El fenómeno del bandolerismo en Andalucía se extendió por casi toda ella, pero, fundamentalmente, por los lugares en que la autoridad estaba más relajada, en territorios alejados de los centros de poder, el relieve, etc… Muchas partidas que robaban en el norte de la provincia de Córdoba en el primer tercio del siglo XIX, según Manuel Moreno, buscaban el asilo en la frontera de Portugal y cómo la idea del Ayuntamiento de Pozoblanco de formar partidas de escopeteros era apoyada por la Audiencia de Cáceres y desestimada por la Chancillería de Granada. Historiadores tan importantes como Bernaldo de Quirós y José Santos Torres opinan que la localización de las actividades bandoleriles estaban siempre al sur del Guadalquivir, en el triángulo Osuna, Lucena, Antequera, con una segunda zona más amplia, que la integrarían las tierras del triángulo Córdoba, Sevilla y Málaga. Manuel Bernal convierte este triángulo en un cuadrilátero con Gibraltar, Granada, Córdoba y Sevilla como vértices del mismo.
Haciendo un estudio más detallado se puede decir que existen cuatro franjas de actuación de bandoleros en Andalucía:
- El río Genil, que en su tramo medio discurre abriéndose paso por las Sierras Subbéticas, entre gargantas y malpasillos. Desde Loja hasta Écija tiene en sus márgenes poblaciones que fueron el verdadero epicentro del bandolerismo: Benamejí, Palenciana, Alameda, Jauja, Badolatosa, La Rambla, Santaella, Estepa, Écija, etc…
- La franja de Gibraltar a Granada, es decir, el murallón de las Sierras Béticas. Con puntos tan importantes como el mismo Gibraltar, Grazalema, Cortes de la Frontera, Torre Alháquime, Villamartín, Ronda, Antequera, Alhama, El Borge, Granada…
- Una franja casi vertical a Gibraltar, que va desde el punto hasta Carmona y Sevilla, mitad en la montaña, hacia Espera y Montellano, mitad en el llano desde este último punto hasta Arahal, Carmona y Sevilla.
- Una cuarta franja podría ser la zona de Sierra Morena central , que forma el norte de las provincias de Córdoba y Jaén.
JOSÉ MARÍA EL TEMPRANILLO, UN MITO DEL PUEBLO ANDALUZ
Malos tiempos corrían para las pobres familias jornaleras en aquellos inicios del siglo XIX: una guerra por delante contra el invasor francés, una continua inestabilidad política y hambre, mucha hambre e incultura por todas partes.
Así, José Mª Expósito “El Tempranillo” se crió en Jauja, pequeña aldea del sur de Córdoba dependiente de Lucena, y lo hizo en el seno de la familia Hinojosa Cobacho. José M ª adoptó esos apellidos de la familia con la que se crió, en razón al sentido peyorativo que conllevan los Expósito, de la Cruz, de la Iglesia, de Jesús…etc. o existió casa de expósitos, y estudiados los registros de bautismos de la parroquia de San Mateo de Lucena entre los años 1.796 a 1.806, se observa que más de una de treintena de niños llamados José nacieron en esa década, aunque sólo nueve de ellos se llamaron José María.
La comisión de un delito de homicidio conllevaba una dura sentencia, casi siempre la pena capital. Fue ese temor lo que incitó a José María a huir de su tierra y buscar refugio en los pueblos de la Serranía de Ronda, o en el entorno de Gibraltar. Al menos, en eso coinciden la mayoría de los documentos orales y escritos que han quedado. Era esta zona resguardo de buenos contrabandistas, que al amparo de la dificultad orográfica y siendo buenos conocedores del terreno, traficaban sus productos desde la colonia inglesa hasta cualquier punto de Andalucía. En Torre Alháquime, una pequeña aldea cercana a Olvera, en plena ruta del contrabando, José Mª conoce a dos personajes claves en el devenir de su vida: Mª Jerónima Francés y Frasquito “El de la Torre”. Con María Jerónima contrae matrimonio legítimo en fecha y lugar no determinados, probablemente en la propia aldea, pero es un dato difícil de comprobar puesto que el archivo parroquial, por desgracia, se destruyó en la última guerra cívil. Entabla amistad con Francisco Salas, alias Frasquito “El de la Torre”, concuñado de José María. Con este establece una relación de compañerismo, a pesar de que entre ambos era mucha la diferencia de edad. Puede ser este personaje el “maestro”, el que guiará los pasos del joven José Mª en su carrera delictiva. A la postre, el alumno le superará con creces, y la supremacía del carácter le hará indiscutible.
Aunque son muchos los documentos que aseguran que la partida de José María llegó a contar con más de cuarenta hombres, poco sabemos de los nombres y la filiación de sus componentes. La documentación hasta ahora conocida habla especialmente de tres: Frasquito “El de la Torre”, José Ruiz Germán, alias “Venitas” o “Penitas”, y Juan Caballero alias “El Lero”.
José María encuentra la seguridad en el territorio que conoce a la perfección. No desdeña las acciones en la campiña, pero prefiere los territorios solitarios, aun a riesgo de sufrir con más dureza las inclemencias del tiempo. Los caminos andaluces tienen como eje principal la vía que desde época romana unía la cuenca del Guadalquivir con el resto de la península en sentido noroeste-suroeste y sirviendo de nexo a las ciudades de Córdoba y Sevilla. Pero los caminos que más frecuentaron los bandoleros fueron las rutas interiores y, más en concreto, los puntos cercanos a los nudos de comunicación. En sentido longitudinal, una importante carretera era la que unía las ciudades de Sevilla y Granada, y perpendicular a los trazados de Sevilla a Málaga y de Córdoba a Málaga. Otros caminos secundarios unían el Campo de Gibraltar con Sevilla, a través de Ronda y Osuna. Antequera se convirtió en un primordial nudo de comunicación, al unir el interior con la costa, y el Reino de Murcia y la Andalucía oriental con la occidental. Por esto, cuando a José Mª “El Tempranillo” se le llamó el “Rey de Sierra Morena”, no pudo ser una frase más acertada desde un punto de vista literario, ni más errada desde el histórico. José Mª no fue el rey de Sierra Morena, ya que esta zona nunca fue su territorio habitual. Se sabe sin embargo que para José María tuvieron mucha importancia los pueblos y las gentes de pueblos como Badolatosa, Corcoya, Alameda o Jauja, sin olvidarnos tampoco de Osuna, Morón, Antequera, Lucena, Montilla, Aguilar, Ronda, Torre Alháquime, El Gastor, Grazalema…Salvo esporádicos recorridos, este fue el verdadero hábitat natural de José María.
El indulto es una medida de gracia que se otorga a los reos, mediante sentencia firme e irrevocable, por la que se remite la pena y se extingue la responsabilidad criminal. Que a José María y al resto de sus hombres de las distintas partidas se les indultó, nunca hubo duda alguna, aunque la verdad es que se carece de suficiente información con respecto a este asunto. De entre los investigadores que más se han acercado a la figura de José Mª, y en concreto a la cuestión de indulto, ninguno como Santos Torres ha abordado y tratado con mayor amplitud este asunto. Algunas de las conclusiones a las que este historiador del bandolerismo andaluz llega son que el indulto existió y está probado documentalmente, que el indulto no se reflejó en ningún documento escrito, a pesar de la referencia a la Real Orden de indulto y las manifestaciones de Juan Caballero, que el indulto se concedió a José M ª “El Tempranillo” como cabeza de las partidas, que se concedió en el primer trimestre de 1.832, que no hay documentos que aseguren la intermediación del general Manso en las negociaciones, sólo una fuerte tradición oral, que se desconocen las condiciones en las que se pactó el indulto y que tras el indulto, siguió existiendo el bandolerismo en Andalucía.
Como anécdota, Juan Caballero señala que el día 23 de julio se reunieron todos los bandoleros en la ermita de la Fuensanta de Corcoya, acompañados de sus familias y vestidos con sus mejores ropas. De allí se trasladaron a Estepa, en donde fueron aclamados por el público, el Vicario de Estepa pronunció un discurso y el secretario leyó el indulto. Finalmente, los bandoleros entregaron sus armas y cabalgaduras. Ninguna constancia documental ha quedado de este hecho, salvo la propia manifestación de Caballero. No obstante, en un curioso libro en el que se dedica una novena a la Virgen de la Fuensanta, se aportan datos sobre el particular. Según su autor, el P. Feliciano Calvo, fue la ermita de la Fuensanta el lugar elegido para celebrar el gozoso acto del indulto, en el que se hizo lectura del mismo Cecilio Antonio Sánchez, escribano del cabildo estepeño.
Una nueva etapa se inicia para José María a finales de agosto o en los primeros días de septiembre de 1.832. Este cambio radical supone una actitud distinta ante la vida. Así, José María se coloca al frente de un selecto grupo de hombres , de los que se supone quedaron excluidos los que renunciaron a seguir en ese estilo de vida y aquellos que su comandante desestimó. En honor a la verdad, nada se sabe del funcionamiento de la Partida de a caballo de Andalucía, que al parecer ese fue su correcto nombre, según se desprende de su testamento, y no el pomposo Escuadrón Franco de Protección y Seguridad de Andalucía, invento de Fernández y González. Tampoco se sabe el alcance de los contactos entre José María y el capitán general de Granada en los concerniente al establecimiento y funcionamiento de la Partida de a caballo de Andalucía, sobre todo porque D. Javier Abadía será sustituido por el Marqués de las Amarillas y I Duque de Ahumada. Este militar poseía una talla intelectual y moral fuera de lo común. Conocía Andalucía a la perfección, por sus muchos años de residencia en Sevilla y por las propiedades que tenía su familia en las cercanías de Ronda y Villamartín. Fue el autor de un primer proyecto de creación de un cuerpo específico de seguridad, antecedente de la Guardía Cívil, que hubiera revolucionado los cimientos de un sistema caduco, que se mostró incapaz de combatir la lacra del bandolerismo.
La muerte de José María se produjo en el cortijo del marqués de Casasaavedra (según el texto del comandante Travesi), o en la Casería de Mantilla , según el sargento Bartolo, o en el cortijo de Buenavista, según la tradición oral. Evidentemente se trata del mismo sitio. El Marqués de Casasaavedra se llamaba Juan Mantilla, y era un rico propietario agrícola antequerano que, aunque no figuraba entre los veinticinco mayores contribuyentes de la ciudad, su capital sobrepasaba con creces las seiscientas fanegas de tierra. Buenavista era el nombre con el que se conocía este cortijo entre las clases más populares, e incluso aparece así denominado en varias ocasiones con motivo de los reconocimientos rutinarios que realizaban las partidas en persecución de malhechores.
José M ª El Tempranillo murió en Alameda el 22 de septiembre de 1.833. Su cadáver fue velado durante dos días y fue enterrado el 24 de septiembre. Se dio sepultura eclesiástica con entierro llano y misa de cuerpo presente.
AQUÍ CONCLUYÓ LA VIDA DEL MÁS FAMOSO DE LOS BANDOLEROS ANDALUCES, JOSÉ MARÍA EL TEMPRANILLO.
Nota: Esta información ha sido extraída del trabajo realizado por D. Andrés Tenor Chamizo y Doña Mª Carmen Roldán Borrego y publicado en el libro de las Actas de las IX Jornadas sobre el bandolerismo en Andalucía, con el título de “El bandolerismo en Andalucía a la luz de ocho jornadas de estudios monográficos”.